En los Post de vacaciones lo tengo fácil, seguiré en la línea de «en modo vacaciones » o «escapada» ahí no hay problema. La incertidumbre me acecha cuando visito un restaurante que me impresiona y tengo la necesidad de decírselo a alguien. Aquí es cuando necesito encontrar un título que enganche.
Mauro. O lo que es lo mismo, la calidad y el sabor en estado puro. Sin adornos ni florituras que nos desvíen de lo realmente importante, el producto. Sin nada más que nos despiste.

Situado en un enclave paradisíaco, el restaurante Mauro, tiene como escenario la ria de Vigo en su parte más interna. Sobre el pantalán del puerto deportivo de San Adrián de Cobres (Pontevedra). Esto sumado a lo dicho anteriormente completa una experiencia sobresaliente.
Entre lo mucho que quisiéramos probar de la carta, nos decidimos por el carpaccio de solomillo de reno y parmesano. En un principio algo escépticos, ya que esperábamos una carne mucho más fuerte, resultó ser suave, tanto en el sabor como en la textura, propia de un carpaccio que se precie.
Seguimos con un entrecot de buey con salsa de tetilla y lomo de merluza con emulsión de limón. Ambos productos en estado puro, sin más, sin adornos. Con un acompañamiento que no le restaba protagonismo al principal del plato (pero sigo pensando que en ciertos sitios no deberían existir las patatas fritas, lo digo en voz baja porque estaban buenísimas).
Y para caprichos y matar al gato y su curiosidad, de postre una torrija y helado de vainilla. Torrija sin forma pero con una suma de sabores increíble.
En resumen, un lugar muy recomendable para disfrutar uno mismo o quedar bien con amistades. Sin duda, un acierto.
Un saludo mis comilones.