La felicidad está compuesta de pequeñas partículas y cada una de ellas es una pequeña cosa que nos satisface plenamente. Sentimientos, logros, sensaciones, situaciones que nos agradan y hacen que vivir sea algo maravilloso.

Tenía marcado en la agenda, en el penúltimo fin de semana de julio, la frase «TOCA DISFRUTAR». No quiero que esta frase les lleve a pensar que solo disfruto cuando me lo marca la agenda, pero es una frase que resume una estancia en A Coruña y que en menos de 24 horas concentra una cantidad de sensaciones tan distintas como intensas.
La última de ellas sentarnos a la mesa de Peculiar.

No voy a negar que llevaba las expectativas bastante altas, y era algo que me asustaba, sobre todo cuando te siguen un par de incautos convencidos de saber lo que hago.
Pero las expectativas fueron superadas con creces y repito, las tenía muy altas. Eran comparables quizá a las de nuestra visita a Maruja Limón, ahí es nada.

Una carta espectacular llena de platos con magia, magia de alguien que cree que para cocinar bien hay que ser feliz, algo que consiguió en la ciudad herculina y lo refleja y comparte en su restaurante desde hace tan solo un par de meses.
Nuestra elección se centró básicamente en las recomendaciones fuera de carta.
Bogavante y gazpacho.
Dos sabores que se llevan muy bien y a la vez refrescan en estos días de calor.
Presentado impecablemente y acompañado de su jarrita con un gazpacho suave pero sabroso.
Setas, huevo, puré, raxo ibérico y gouda.
El plato estrella por unanimidad en la mesa. Se mezclan todos los ingredientes y se consigue una unión de sabores increíble. Aún estando en verano es un sabor que me transporta al otoño, sabor a tierra, humedad y bosques sombríos. Alucinante.
Pato como a la naranja y su caldo.
Parte de la descripción creo que me la he inventado. Una salsa espectacular y una pechuga de pato al punto que estaba sabrosísima.
Con los postres fue la cosa más fácil, los pedimos todos.
Mango, chocolate blanco y caramelo de aceituna negra.
Magnífico, nunca pude imaginar el sabor de la aceituna en un postre y en este, en el que aparece por momentos, lo hace distinto y sorprendente. El mejor de los cuatro postres también por unanimidad.
Hojaldre relleno de cremoso de chocolate blanco y praliné de avellanas.
Muy rico y muy suave, pero por desgracia, al lado del anterior viene siendo el primo pobre.
Deconstrucción de Ferrero Rocher.
Lo de la deconstrucción debe ser alguna tara que le quedó a Alvaro de su paso por el Bulli de Ferrán Adriá. Un postre simpático con el sabor muy logrado a los famosos bombones.
Hay momentos en los que la emoción nos embarga y no podemos ocultar nuestros sentimientos. La sorpresa que se llevó Chari al morder los filipinos la dejó sin palabras.
Filipinos de chocolate blanco rellenos de arándanos y violetas.
Os preguntareis que le pasó a Charo, pero eso es algo que debéis descubrir vosotros mismos en Peculiar.
Una experiencia maravillosa en un restaurante fantástico y un equipo, tanto en sala como en la cocina, excepcional. Sentirnos como en casa, emocionarnos con cada plato y salir de allí más que satisfechos es algo que no siempre se consigue. Gracias a Álvaro y Rubén por compartir con nosotros su felicidad y su pasión. Si esto es el pequeño comienzo de un gran sueño, yo quiero ver ese sueño cumplido. Trabajando así seguro que lo conseguirán.
P.D: Si quereis conocer de primera mano el proyecto Peculiar aquí os dejo una entrevista a Alvaro de la fantástica Patri Dopazo.
Que aproveche mis comilones.