Podría ponerme a cantar el «Por qué te vas» de Janette o «Tiempo Futuro» de Eladio y los seres queridos, pero creo que mejor sería «Si te vas» de Ismael Serrano, aunque en la canción contradiga lo que otras veces defiende, cuando dice que nunca el tiempo es perdido, (perdón, ese es Manolo García), es cierto que nunca se pierde el tiempo y que nunca nos equivocamos de camino. Puede que, sin pretenderlo desde un principio, tengamos que desviarnos o tomar atajos (por llamarlos de algún modo) para llegar a nuestro destino. Quizá tengamos que caminar más de lo que hayamos deseado al iniciar nuestra marcha, pero, amigo mío, siempre será el camino correcto.
Un camino que se va borrando a medida que vas caminando, que te impide poder volver atrás pero te otorga el beneplácito de tomar otras direcciones si lo que te vas encontrando no te gusta. Darás un rodeo pero al final llegarás.
Me veo en la firme obligación moral de escribir estas lineas, no porque nadie me obligue, sino porque tengo algo aquí dentro presionandome el pecho que tiene que salir. Sé que es una tontería pero el cierre del RuxeRuxe me lo tomo bastante a pecho. Porque no he ido todo lo que debería, porque he elegido otros sitios o porque no he insistido lo suficiente para convenceros de la magnífica cocina que este local tiene.
Y ahora cierra, Gerson se va y yo me quedo con las ganas de todas las veces que «casi voy» pero que se quedaron en eso, un «casi». Porque celebrando cumpleaños «casi» elijo el Ruxe o porque queriendo meterme en una cocina y escribir como sería un día en los fogones «casi» se lo propongo al Ruxe. Y así quedan esos post por escribir y mis ganas de llorar, casi infundadas eso sí, pero solo «casi».
Y como no podía ser de otra forma en un post de despedida lo haremos con fotos de la última cena que el Ruxe nos regaló. No piense usted que me ha salido por la cara, pero es que realmente es un regalo pagar lo que pagué por estos siete platos. Una risa, por eso se va, porque no todo el mundo sabe o quiere disfrutar de la cocina de calidad.

Pero solo os comparto las fotos, no he tomado notas y no voy a describir los platos. Para qué? He ido a despedirme del Ruxe, a disfrutar para mí y a quedarme con este recuerdo para siempre. Sin duda, ya nada será lo mismo.
Ahora tendremos que desplazarnos cien kilometros para disfrutar de la magia de Gerson Churches en otros fogones, ya que seguirá su nuevo camino en A Adega das Caldas. Un sitio paradisíaco y dentro de muy poco un lugar para los amantes de la buena mesa.
Aunque a Gerson lo tendremos cerca el Ruxe cierra, aunque Gerson vuelva a Vigo no sabemos si el Ruxe reabrirá sus puertas. Por si acaso, me guardo la botella.
Graciñas Gerson.
Sed fieles mis comilones