¿Que te describa la mesa de Conus? Pues es una mesa alta, a una altura perfecta en la que las sillas que la acompañan tienen mucho que decir. De madera oscura en la que todavía se puede percibir ese olor a madera recién trabajada. Es larga, de hecho caben, bien cómodas, doce personas y…es única.
¿Única? Pero si es como muchas otras!
No. La mesa de Conus es diferente, especial y única. Es la única mesa del restaurante. Es diferente porque así la conciben Víctor y su padre, quienes la trabajan y la miman. Y especial porque llega después de muchos kilómetros recorridos, después de tantos restaurantes en los que ha trabajado y después de tanto amor por la cocina como demuestra Víctor en cada gesto, en cada corte o en cada vez que agarra el cuchillo y lo aprieta firmemente entre sus dedos. O en esa mirada, mientras te pregunta cómo has encontrado el plato y la tuya propia, que le contesta casi sin poder articular palabra alguna. Ese amor es, amigo mío, el que hace tan especial, única y diferente a esta mesa.
Siempre intentamos estar atentos a nuevas aperturas en la ciudad y descubrir este nuevo proyecto ha sido como una bocanada de aire fresco. Una hora a mediodía, una barra donde el propio Víctor prepara los platos. Doce personas disfrutando del showcooking y comentando de todo y cuanto les venga en gana.
Y algo que se nos antoja fundamental en tal solo una visita es el padre de Víctor.
El padre de Víctor te recibe, te recoge con delicadeza la chaqueta e invita a que tomes asiento en la mesa. Luego, te sirve un plato de paleta de bellota de su propia ganadería situada al noreste de Huelva y te explica como mima a sus cerdos. Después, entre plato y plato, entre copa y copa aparece, en principio para dar las pertinentes explicaciones de lo que corresponda, pero termina contando historias maravillosas de gentes y lugares, de lo terrenal y de lo divino, en fin, historias de la vida que aumentan todavía más los sabores y hacen que la propia experiencia se vuelve fascinante.
Ahí estábamos, sentados en la barra, expectantes. Esperando a ver qué nos depararía una comida de domingo en el barrio vigués de San Roque y aunque os aseguro que los augurios eran optimistas, el resultado final los superó muchísimo.
Espuma de patata, setas, huevo a baja temperatura y trufa. Últimamente puede decirse que solo nos alimentamos de este plato allá a donde vamos. Unos sabores que nos encantan por separados y en conjunto consiguen entre ellos una armonía asombrosa.
Bacalao, guiso de guisantes y salsa holandesa. La suavidad de la salsa holandesa con la salsita del guiso de los guisantes fue un matrimonio fantástico para un bacalao de primera.
Lagarto de cerdo ibérico, patata y pimiento. Un corte de carne terso pero sutil a la vez y me podréis llamar exagerado, pero el sabor de todo el conjunto me lleva a caminar entre los secarrales extremeños en pleno mes de agosto. No sé, sensaciones mías.
Milhojas de mango y helado de chocolate con AOVE. Mucho sabor a mango que en un principio nos parecía demasiado ácido para acompañarlo con el chocolate, pero resultó ser un contrapunto muy curioso y muy rico. De hecho, si nos pone otro, nos lo comeríamos sin pensarlo. Riquísimo.
Y fueron algunas cosillas más, que no voy a explicar aquí para que las descubráis vosotros mismos (aunque tened en cuenta que el menú es efímero, cambia dependiendo de lo que encuentre Víctor en el mercado cada semana). Descubridlo una vez pase toda esta locura de Coronavirus, que por otro lado, deberíamos aprovechar para reflexionar sobre el tiempo que siempre necesitamos a diario y no tenemos. Muchas veces podemos prescindir o retrasar actos o eventos y dedicarle ese rato a lo que sea realmente importante para cada uno de nosotros.
#yomequedoencasa
LA MESA DE CONUS
Rúa de San Roque, 3, 36204 Vigo, Pontevedra
Comentarios
Pingback: ¿CONOCES A VICTOR CONUS?