(Pincha aquí para ver la entrevista a Miguel)
Puede que las paredes de piedra no tengan ojos ni oídos. Puede que no cuenten nada de lo que delante de ellas ha sucedido, pero, amigo mío, si de algo estoy seguro es que las paredes de piedra del Restaurante Miguel González dan palmas con sus aristas cada vez que se apaga la luz. Y el responsable de esta alegría pétril es Miguel , que con su empeño, su cariño y desviviéndose cada día en cada detalle de su casa, hace que quienes lo visitamos nos sintamos como en la nuestra propia. Además, cuando sientes el amor que transmite en sus platos das fe de que el cielo existe y está en Ourense.
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